miércoles, 3 de mayo de 2017

La Poscerdad (Sí, lo he escrito bien)

No dejes que la verdad te estropee una buena noticia.
William Randolph Hearst

Estas líneas no son el “Yo acuso” de Zola, ni siquiera llegarán al nivel de uno de los cabreos semanales de Pérez Reverte o Millás. Creo imprescindible un neologismo que sustantive lo que estamos viviendo en este vertiginoso 2017.

Os propongo que adoptemos la palabra poscerdad (Sí, no me he equivocado al teclear.) Poscerdad es el acto de mentir conscientemente, sin sonrojo ni mesura, manipulando la razón y las emociones para conseguir los propios fines. Vamos, mentir cerdamente y con descaro usando emociones y datos sesgados para provocar el asentimiento de las personas a las que te diriges.

Con esta palabra quiero obliterar ese concepto de posverdad. Posverdad es decir de forma políticamente correcta: se miente. Lo políticamente correcto es una forma de negar la evidencia atemperándola, escondiéndola, disfrazándola.

Elegimos decir posverdad porque, hay que ver, que violento es decir que alguien miente, que nos la está colando con calzador.

Pues usar este palabrita nos ha fastidiado bien. El lenguaje es poderoso. Cuando a algo le cambias el nombre ya no es lo mismo, ya no nos es tan querido, ni tan temido, ni tan amado, ni tan odiado. Con un sencillo cambio de nombre lo que hemos conseguido es eliminar la barrera entre la verdad y la mentira, la realidad y los hechos alternativos (que son mentiras de las gordas), igualamos los datos y las impresiones.

Los que practican la poscerdad se caracterizan por su descaro, su jeta, su absoluta confianza en la manipulación de las emociones, las percepciones y el lenguaje. Y, sobre todo, en nuestra bendita estupidez individual y colectiva.

El populismo es poscerdad. Arrogarse la representación de un todo es poscerdad. Hacer promesas electorales que no vas a cumplir es poscerdad. Firmar contratos que no piensas cumplir es poscerdad. Pedir facturas sin Iva y quejarte de Hacienda es poscerdad. Hablar de la patria y tener cuentas en Suiza es poscerdad. Dar noticias basadas en fotocopias manipuladas es poscerdad.

La poscerdad se nutre de cerebros inertes como el tuyo y el mío. De mentes acríticas. De intelectos débiles. Del miedo a perder lo mucho o poco que se tiene. De darle a compartir en redes sociales sin cuestionarte qué es lo que estás compartiendo.

Creo que tenemos un buen nombre. POSCERDAD. Usémoslo. Vivimos en algo que puede ser una era, un período de tiempo que termine de destruir lo colectivo ya que sin un mínimo de confianza las relaciones humanas no son posibles.

Os propongo que usemos el nombre para exterminar el concepto. Matemos a la mentira

Repito. La poscerdad nos está jorobando bien. Gracias a ella nos gobiernan. Seguimos comprando sin pensar lo que compramos cuanta sangre y pobreza cuesta. Existen los nacionalismos. Volverá la burbuja inmobiliaria. Nos preocupamos de si Messi ha hecho la digestión o Cristiano va bien peinado. 

Si habéis llegado hasta aquí tenéis mi admiración, respeto y amor.

¿Y AHORA qué?
Las palabras sin acción no valen un chavo. Combatid a la poscerdad. Entrad en guerra con la mentira. Chillad, escribid, tuitead, votad, firmad en change.org. Hacedle fotos y subidlo a Instagram. Etiquetadlo en redes sociales. #poscerdad

Leed, informaros, contrastar los datos, consultad fuentes. NO os creáis lo primero que os cuentan.

¡Decidlo! Esto es #poscerdad. Y que la luz de la verdad la desintegre a ella y a sus adoradores. Acabemos con los mentirosos, grandes y pequeños. 

Si pese a todo la poscerdad vence, tenedlo claro, solo será por nuestra culpa.


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